La memoria colectiva es la herramienta más poderosa de sostén de nuestros territorios.
RECLAMA llega a Esmeraldas en el momento social y político más crítico de nuestra realidad como territorio que agoniza por el abandonado del Estado, las mujeres y niñas en constante vulnerabilidad, la falta de acceso a derechos de forma integral y plena. Nuestra memoria oral es el medio y la expresión de resistencia de una comunidad que genera conocimiento y potencializa sus herramientas desde la actuación a los márgenes de un Estado que te invisibiliza.
Una provincia que históricamente estuvo desconectada de la colonización, es decir, era un palenque en el que habitaban cimarrones/as (negros/as libertos), la comunicación oral fue y ha sido su forma principal de transmisión de información, de memoria y del fortalecimiento del ADN social, político y cultural.
Pensarnos como una herencia de conocimiento transitable entre generaciones nos hace ver a RECLAMA como la oportunidad desde un ejercicio descolonial y feminista de colocar la ciencia de la negritud entre la tinta y las múltiples narrativas. Romper con los prejuicios impuestos por una academia blanca mestiza que históricamente ha animalizado el razonamiento del saber afroecuatoriano y su capacidad de tejido social “Si no está en los libros, no tiene validez” , los cientistas tradicionales se han pasado la vida entera repitiéndonos ese discurso excluyente, limitado y racista el aprendizaje de un grupo que no tiene acceso a la educación tradicional de occidente, ese modelo bibliotecario de aprender, ese donde los saberes ancestrales son vistos desde un laboratorio como algo extraño que debe ser investigado y luego lanzado como descubrimiento exótico; ese es nuestro conocimiento, el de la ruralidad, el de nuestras abuelas quienes sin conocer de química, hacían una mezcla exacta que curaba cualquier dolor, el de mujeres que tejían la libertad desde sus cabellos, o que generaban estrategias en coloridas telas, que reforzaban su identidad y estéticas en su turbantes, esos taitas y mamas que desde sus cantos nos narraban sobre el dolor de las pérdidas o los encuentros más afortunados, que el conocimiento de un pueblo que ha sabido resistir desde sus obstáculos con RECLAMA lo celebramos y conmemoramos desde una mirada del feminismo negro.
Las sociedades se han formado desde la intercomunicación a través del lenguaje, durante muchísimos años las manejaron sus asuntos a través del uso exclusivo del lenguaje oral. El comportamiento, el razonamiento y las reacciones eran orales, la oralidad es pues, en parte, una herencia, algo que nos viene desde lejos, algo que, como el caminar erguidos, nos ha regalado la evolución, una herencia que el pueblo negro-afro esmeraldeño sostiene su re-existencia.
RECLAMA abre así la puerta a la resignificación de nuestra historia diasporita, del presente nublado de la falta de oportunidades y de un futuro prometedor donde las mujeres fortalecen sus herramientas para ser las protagonistas de sus historias.
En ésta muestra fotográfica se puede observar lo importante y significativo que los rituales (procesos que han sido heredados desde generaciones) en la comunidades negras antes de comenzar una actividad o evento. Este y otros procesos forman parte de una herencia que ha sido pasada de generaciones en generación como lo es trenzado de cabello. Es importante que las nuevas generaciones no pierdan esa herencia, continúen cultivando y haciendo honor a la misma.
Fotos por Claudia Cortez
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