Dos años y medio en el proyecto de investigación RECLAMA y el equipo entero todavía no nos conocemos en persona. Hemos compartido lágrimas y risas, talleres y seminarios web e innumerables hojas de Excel, pero aún no hemos compartido una copa de vino y la oportunidad de conectarnos en el mismo espacio físico. Zoom ha sido increíble en permitirnos colaborar de manera efectiva, aunque imperfecta, planificar nuestras actividades y, hasta cierto punto, ha permitido que las miembros del equipo del Reino Unido ‘participen’ en algunos elementos del proyecto. Pero en el contexto de la pandemia de Covid-19, ha sido un proyecto muy diferente, y las cargas más pesadas han recaído en nuestra increíble colega y socia de investigación, Juana Francis Bone, y su equipo en Mujeres de Asfalto. Aunque siempre se concibió como parte integral del proyecto, antes de Covid no podíamos apreciar cuán fundamental sería su trabajo físico, intelectual y emocional para todos los aspectos de la investigación.
Desde nuestras primeras llamadas de Zoom, pre-Covid, llenos de ilusión por el proyecto y con muchas ganas de trabajar juntas durante los viajes previstos del equipo de Reino Unido, hemos tenido la oportunidad de reflexionar mucho como equipo sobre los retos e incomodidades de trabajar a la distancia como un equipo transnacional, multilingüe y multidisciplinario, especialmente en el contexto de un proyecto comprometido con las prácticas de investigación descolonizadoras, antirracistas y feministas. En particular, los primeros días de la pandemia nos dieron la oportunidad de crear un espacio para reflexionar sobre nuestras diversas posiciones y centrarnos en la redacción conjunta de un acuerdo ética que proporcionó la base de todas nuestras interacciones posteriores, incluido el abordaje de cuestiones como el acceso, autoría, y propiedad intelectual. Esta base sólida y nuestro compromiso con un enfoque no jerárquico y colaborativo de investigación ha sustentado todos los elementos del proyecto, y especialmente la forma en que hemos trabajado juntas como equipo, pero también proporciona un punto de partida para pensar en los múltiples desafíos de trabajar juntas de forma completamente virtual.
Si bien la imposibilidad de viajes internacionales causada por Covid tiene muchas ventajas - los impactos relacionados con el clima; la apropiación local de la investigación - existen importantes desafíos para trabajar de esta manera, especialmente con colegas que nunca se han conocido en persona. En un proyecto con una ética feminista del cuidado al centro, la forma incorpórea y en gran medida instrumental de las interacciones basadas en Zoom es un desafío particular, que requiere la inversión de tiempo y energía adicionales para construir relaciones de confianza entre idiomas y culturas. Trabajar en español e inglés, con el español como idioma principal del proyecto, significa que, en cualquier momento, la mitad del equipo de investigación no está trabajando en su lengua materna, lo que aumenta la probabilidad de malentendidos lingüísticos y culturales, amplificados por la forma virtual de nuestras interacciones, y la ausencia del lenguaje corporal habitual y las señales contextuales que dan forma a las interacciones en persona.
El hecho de que el equipo del Reino Unido no podía viajar al Ecuador también nos aleja significativamente del trabajo diario del proyecto, ejerciendo una presión adicional sobre los colegas tanto en Esmeraldas como en Quito, y exigiéndoles que asuman una mayor responsabilidad en la ejecución del proyecto, pero sin la autonomía y propiedad que podrían esperar. Reconozco que esto a veces puede tener el efecto de reforzar las jerarquías – Norte/Sur global; blanca/Negra; académica/profesional – que todos hemos trabajado duro para reconocer y desmantelar a lo largo del proyecto. Sumado a esto, la ausencia de espacios y momentos intermedios que suelen caracterizar un proyecto de investigación basado en el trabajo de campo: momentos de espera, de caminar y hablar, de compartir una comida al final del día, de estar solo con colegas – produce un contexto donde las conexiones humanas se reducen; la experiencia corporal y emocional de hacer investigación colaborativa es lo que más he extrañado en estos tiempos de Covid. Mientras navegamos las continuas complejidades de la pandemia, junto con los recientes trastornos políticos en Ecuador, espero que pronto podamos viajar a Quito y conectar en persona con nuestros maravillosos compañeros de RECLAMA.
Comments